La comunidad científica social latinoamericana, denominémosla así, debe construir un conocimiento propio, suyo. (Hecho en Latinoamérica y coherente con la realidad o realidades latinoamericana-s).
Se dan preguntas, en los distintos foros sobre epistemología regional, latinoamericana, científica, etc. Las interrogantes más comunes son ¿Qué papel juega la epistemología en el proceso de investigación? ¿Que hay de la epistemología en América Latina? ¿Existe una epistemología latinoamericana? ¿Cómo se da ese proceso de producción de conocimiento en y sobre América Latina?
A manera de responder aproximadamente estas interrogantes, me formularé una explicación que puede dar con todas ellas o al menos tienda el camino a otros interesados hacia la respuesta.
Quien hace ciencia o investigación tiene que ser sensible y muy respetuoso de las otras formas de conocimiento, esas formas de conocimiento pueden ser no científicas o informales. Asimismo, el conocimiento producido debe ser interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario. Propongo que hay que descubrir y desdoblar las relaciones existentes desde la realidad latinoamericana, a fin de producir un conocimiento aproximado a ella. En efecto, esa construcción de conocimiento debe ser para y desde América Latina, a partir de sus propias dimensiones y experiencias, y que por tanto represente un nuevo modelo epistémico de interpretación, comprensión y explicación de la realidad o las realidades Latinoamérica. Para ello hay que estar comprometido en conocer nuestra realidad. Esa realidad está en los saberes populares, en la literatura, la poesía, la música, en los dichos y dicharachos, y en todo lo que expresa el pueblo en su hacer, en sus obras tangibles e intangibles en sus formas simbólicas. Ahí está en gran parte la filosofía latinoamericana.
Cierto es, que lo que expresan en sus resultados de investigación frecuentemente los científicos sociales, de tendencia analítico empirista, que cosifican la razón y el pensamiento humano, no corresponde a lo real social. Sus resultados al ser confrontados con la realidad, con aquel simbolismo particular y colectivo del pueblo y de sus haceres diarios, no se compaginan, por lo que el esfuerzo de producción de conocimiento “científico social” se convierte en “mito científico”.
Esa es la razón del porque hay que ir a lo histórico, a lo antropológico, a lo filosófico del contexto socio-cultural.
Siguiendo el mismo orden de ideas Hugo Zemelman del Centro de Estudios sociológicos El Colegio de México, dice:
“Cada día la educación está más arrinconada en lo que los pedagogos de una orientación particular pero dominante, llama tecnología educativa, donde el problema se reduce a la tecnología pero sin pensamiento: por eso decía que esta situación me recuerda la crítica de Husserl a la ciencia europea, en su clásico texto, cuando señalaba que la ciencia cada vez más es sólo tecnología intelectual sin pensamiento. Es lo que está pasando en las ciencias sociales, en las eximias, en las de alto nivel.”
También es importante considerar el contexto mundial en lo que tiene que ver con la producción del conocimiento. Así como la globalización es tan vieja y no cosa inventada por gobiernos, regímenes o imperios, sino como parte del desarrollo mismo de la lógica del mercado, del capital, la lógica de la reproducción de recursos materiales y financieros, de la expansión de mercados, y con ellos necesidades humanas, el conocimiento y sus formas de reproducción, también lo son.
De hecho los pueblos compiten entre ellos en lo interno y con lo externo, esa competencia que implican formas de compartir, está dada por la característica de desarrollo particular y las condiciones materiales de existencia. De eso se sostiene la particularización cultural y la diferenciación en lo que corresponde al cómo es el proceso de construcción de conocimiento, al cómo se da ese proceso de construcción en cada parte del mundo, y en especial, en Latinoamérica.
La diversificación del pensamiento constituye otro factor interesante en los procesos de interrelación y correspondiente consecuencia en conocimiento producido; el asunto de interés es que el discurso manifestado sea coherente tanto axiológico, ontológico, epistemológico como metodológicamente.
Para ir finalizando, quiero dejar abierta la reflexión dada por el autor citado cuando afirma:
…”cómo estamos en América Latina leyendo la producción internacional. Desde donde y para qué y para qué y por qué; no está claro, pues se tendría que justificar como insumos que permiten enriquecer nuestra necesidad de enfrentar la problemática actual del momento histórico de América Latina. Pero nos enfrentamos con una cuestión grave: ¿existe, me pregunto, la necesidad de conocer América Latina? o ¿existe más bien la necesidad de escribir sobre América Latina? ¿existe el compromiso con realidades o más bien existe el compromiso con la especulación de ideas? El mundo intelectual vive en un discurso propio, autoreferido, que a veces tiene muy poca relación con las problemáticas emergentes día a día, que tenemos que abordar si queremos leer la realidad de América Latina desde una perspectiva que no sea aquella que se nos está imponiendo como única por un discurso que se ontogoniza, en la medida que pretende ser el único discurso de la historia”
Por último, quiero dejar la propuesta siguiente:
Al investigar la realidad social, la cual debe ser cualitativamente, debemos tener presente dos proyecciones, a saber: a. pensar que se está produciendo conocimiento teniéndose claro el sentido que tiene el proceso de producción de conocimiento y. b. Debe tener una visión de futuro el proceso de producción de conocimiento y el conocimiento producido.
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